Cinofobia: la fobia a los perros. ¿En qué consiste? ¿Cómo tratarla y prevenirla?

La “cinofobia” (kynós, perros; y el griego phobos, miedo, temor) se refiere a un miedo anormal y desmedido a los perros, ya sea como consecuencia de alguna situación traumática generada por un canino o no.

En la mayoría de los casos este miedo es adquirido en la infancia. Los miedos infantiles son un fenómeno universal y omnipresente. Tanto para los niños como para los adultos, tiene un importante componente de valor adaptativo para la especie: puede cumplir una función de supervivencia al apartar al sujeto de situaciones de peligro potencial (no acercarse a ciertos animales, no entrar en sitios oscuros, etc.). No hay duda que los miedos son evolutivos y “normales” a cierta edad, cambiando el objeto temido a medida que el niño crece. Lo más normal será que éstos vayan desapareciendo progresivamente. Sin embargo, este miedo puede volverse patológico cuando no obedece a ninguna causa real de peligro. En esos casos ya estaremos hablando de un trastorno de ansiedad o de una fobia.

Establecer la frontera entre un miedo normal y lo patológico no siempre es fácil y dependerá de muchos factores, como la edad del niño, la intensidad, la frecuencia y el grado de sufrimiento y de incapacitación que produzca. Según la psiquiatría y la psicología actual, para que un miedo se transforme en una fobia debe cumplir con ciertos criterios.

Según el DSM IV (Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales) la fobia es “un temor intenso y persistente que resulta excesivo o irracional, desencadenado por la presencia o anticipación de la aparición de un objeto temido” (en este caso un perro). Provoca casi invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad.

En los niños la ansiedad puede traducirse en llantos, berrinches, inhibición, fuerte apego a figuras parentales, etc. Las personas adultas pueden reconocer que el temor es irracional y excesivo, pero esto en los niños puede faltar. Las situaciones se evitan o se soportan a costa de un intenso malestar que interfiere con la rutina normal de la persona. En los menores de 18 años, para diagnosticarse una fobia la duración de los síntomas debe ser de 6 meses como mínimo.

Existen distintas manifestaciones de la cinofobia, como por ejemplo temerle a todos los perros sin importar su tamaño, color o raza; o por el contrario tener un miedo particular por perros con determinadas características. Los ataques reales no hacen diferencia en que una persona tema o no a estos animales. En muchos casos, no ha habido un evento desencadenante que funcione a modo de “trauma”, sino que el temor se desarrolla como resultado de varios factores, por eso es difícil generalizar. A un niño o adulto que padece este tipo de fobia puede generarle tanto temor y ansiedad un gran danés como un caniche toy, y las causas en cada caso pueden ser muy diferentes.

¿CÓMO SE TRATA LA CINOFOBIA?

Existen diferentes tipos de tratamientos. El más frecuentemente utilizado es el llamado “terapia de exposición”. Como su nombre lo indica, se confronta al paciente ante la situación temida. El estímulo gradual y progresivo hace que las personas, de a poco, vayan controlando sus temores. Similar es el tratamiento conocido como “desensibilización sistemática”, en el cual en lugar de estímulos se recurre a la imaginación del paciente, que va proyectando en su mente el estímulo temido. El uso de psicofármacos no suele ser recomendado en el tratamiento de las fobias, debido a que, si bien puede paliar los síntomas de ansiedad, no elimina el problema.

Freud estudió las fobias a partir del análisis de un niño que le temía a los caballos. Aconsejaba no apresurarse a sacar conclusiones y prestar especial atención y respeto a lo que expresan con sus temores los niños, ya que generalmente los adultos lo toman como arbitrario e incierto, lo que es incorrecto absolutamente. “El niño no miente sin razón, a diferencia del adulto…y se inclina más que ellos por el amor a la verdad”, decía. Freud sostenía que la fobia primero se expresa bajo una angustia indeterminada para luego fijarse en un objeto.

Esto permite enmarcar dicha angustia para poder, mediante diversas limitaciones e inhibiciones, evitar su desarrollo. Sostiene que el objeto fobígeno (en este caso los perros) es sustituto de otro contenido angustioso que permanece inconciente a descubrir. En conclusión, el psicoanálisis propone indagar las causas profundas e inconcientes que llevan a que se deposite semejante afecto sobre un objeto determinado, en el caso de la cinofobia, los perros.

CONSEJOS PARA PADRES

Según algunos estudios, en los casos de fobia infantil existe un patrón familiar que puede resultar determinante. Aquellos padres con tendencia a ser miedosos y/o con más trastornos de ansiedad suelen tener hijos con miedos o ansiedad, en mayor proporción que los padres “normales”. Esto se explica porque los hijos aprenden las respuestas emocionales de sus padres ante diversas situaciones. También resulta de gran importancia la experiencia de alguna situación vital desagradable o traumática, generadora de gran impacto emocional que puede derivar en una fobia.

Para los padres de un niño con cinofobia es aconsejable vivir la situación del niño con tranquilidad, sin mostrar (al menos delante de él) signos de preocupación, angustia o ansiedad. Recordemos que el niño incorpora los comportamientos que observa de sus padres y los interioriza y reproduce. Padres muy preocupados, intolerantes o ansiosos pueden resultan altamente perjudiciales. No se debe forzar al niño a estar en situaciones que teme, sólo agravará los síntomas. Lo mejor será ir haciendo aproximaciones sucesivas y graduales. Tras algún logro obtenido (por ejemplo poder acariciar o permanecer cerca de un perro) se aconseja felicitar al niño y reforzar dicha conducta con un premio o recompensa. Siempre es fundamental ir avanzando paulatinamente, no dar importancia a los retrocesos y celebrar los pequeños logros.

Debido a que las fobias afectan la vida cotidiana de quienes las padecen y de su entorno, es importante realizar un buen diagnóstico para luego poder implementar un tratamiento. Si bien los síntomas de la cinofobia se repiten entre un caso y otro, nunca las causas son las mismas, por eso hay que evitar generalizaciones y prestarle al tema la atención que se merece.

Criar a un niño desde pequeño en compañía de una mascota permitirá, en gran parte, prevenir el desarrollo de temores patológicos hacia los animales, ya que se genera un clima de interacción gratificante que tanto la mascota como el niño vivirán con naturalidad.

Lic. Delia Madero
Psicóloga
MN 41798

para DogRun Argentina

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